El Ballet del Mariinsky muestra a sus jóvenes figuras en el estreno de «El corsario» en el Teatro Real
La columna vertebral del Ballet del Mariinsky es, sin duda, la escuela Vaganova, que toma su nombre de la bailarina y maestra Agripina Vaganova, que a partir de los años treinta desarrolló un sistema de enseñanza que ha sido ejemplo para las grandes compañías del mundo, y que consolidó el crecimiento de la escuela rusa. «La escuela Vaganova es el manantial del que salen nuestros artistas, y su peso es la historia que lleva detrás», dice Vaziev.
La columna vertebral del Ballet del Mariinsky es, sin duda, la escuela Vaganova, que toma su nombre de la bailarina y maestra Agripina Vaganova, que a partir de los años treinta desarrolló un sistema de enseñanza que ha sido ejemplo para las grandes compañías del mundo, y que consolidó el crecimiento de la escuela rusa. «La escuela Vaganova es el manantial del que salen nuestros artistas, y su peso es la historia que lleva detrás», dice Vaziev.
El Teatro Real levanta hoy el telón de su nueva temporada (la décima) con la visita del Ballet del Teatro Mariinsky de San Petersburgo, una de las grandes compañías de la historia de la danza. El conjunto, que tiene más de doscientos cincuenta años de vida, es un auténtico museo vivo de la historia del ballet, ya que es el principal depositario de una tradición que tiene como columna vertebral su escuela, la escuela Vaganova. Será ésta la segunda visita del Mariinsky -que ha perdido definitivamente el nombre de Kirov con el que se le conoció durante la época de la Unión Soviética y aun varios años después de que ésta cayera- al Teatro Real, donde ya estuvo hace siete años.
Pero si entonces presentó un programa alejado de su tradición, con coreografías de Fokine creadas lejos de Rusia, en este caso ofrece uno de los grandes títulos del repertorio: «El corsario». Se trata de un ballet apenas representado -no se tiene noticia de que se haya interpretado anteriormente nunca en Madrid, y es casi también novedad absoluta en España-, pero que conocen bien los aficionados al ballet, ya que uno de los pasos a dos más célebres y más interpretados -no hay gala clásica en la que no aparezca- proviene de «El corsario»; curiosamente, en el original no se trata de un paso a dos, sino de un paso a tres, que bailan los dos protagonistas masculinos, Conrad y Alí, junto con la protagonista femenina, Medora.
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